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3/2008 – El saludo del Presidente de la República Napolitano

El saludo del Presidente de la República Napolitano
«Aquellos italianos que hoy honoramos no están olvidados»

Se ha desarrollado el 10 de febrero, en el Palazzo del Quirinale, en la presencia del Presidente de la República Giorgio Napolitano, la ceremonia de conmemoración del Día del Recuerdo.
Estaban presentes el Vicepresidente del Senado de la República, sen. Milziade Caprili, el Vicepresidente de la Cámara de los Diputados, on. Giorgia Meloni, el Vicepresidente del Consejo de Ministros y Ministro de los Bienes y Actividades Culturales, on. Francesco Rutelli, el Ministro de la Defensa, on. Arturo Parisi, el Juez Constitucional Prof. Paolo Maddalena, el Vicepresidente de la Federación de las Asociaciones de los desterrados istrianos fiumanos y dalmatas, Lucio Toth, el Presidente de la Comisión encargada del examen de las preguntas para la concesión de un reconocimiento a los parientes de los enfoibados, gen. Alberto Ficuciello, representante del Gobierno y del Parlamento, y los familiares de las víctimas de las Foibe.
Precedentemente el Ministro Rutelli ha consignado los  diplomas y las medallas conmemorativas del Día del Recuerdo a los parientes de los enfoibados. En el transcurso de la ceremonia han intervenido el Ministro Francesco Rutelli y el on. Lucio Toth.
     El Presidente Napolitano ha dirigido un saludo a los presentes. Lo ha seguido el concierto Omaggio per il Giorno del Ricordo.
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Este es el segundo año que presencio la ceremonia del Día del Recuerdo. He expresado con claridad mi pensamiento el año pasado. Y alguna reacción inconsiderada sobre mi discurso – que se ha dado fuera de Italia – no ha tocado mi convicción de que fuese justo expresarme, en nombre de la República, con aquellas palabras y con aquel tesón que estoy contento de haber oído hace poco repetir al Ministro Rutelli. Hoy añadiré, por tanto, solo breves consideraciones, dirigiendo mi más cordial saludo y sentimiento de cercanía a vosotros que acabáis de recibir solemnes – aunque tardíos – reconocimientos, y a todos aquellos que aquí representan la odisea cargada de sufrimientos a la que esta dedicado este Día del Recuerdo.
Sostengo que ha llegado el momento de interrogarnos sobre el profundo significado del recuerdo que fuertemente, justamente se ha negado a ver cancelado. El homenaje a las víctimas de aquellos años, junto al obligado reconocimiento de las injusticias sufridas, del dolor vivido por los sobrevivientes, por sus descendientes y por quien fue obligado al éxodo, no pueden y no deben prescindir de una visión de conjunto – como la llamada con tanta eficacia y elocuencia por el senador Toth – serena y no unilateral de aquel atormentado, trágico periodo histórico, marcado por los opuestos totalitarismos. Y debe servir de admonición la conciencia de que fue precisamente la plaga de los nacionalismos, de la mezquina visión particular, del desprecio del “otro”, de la incensurable exaltación de la propia identidad étnica o histórica, lo que precipitó a nuestro continente en la barbarie de la guerra.
Hoy, las heridas dejadas por aquellos terribles años se han cicatrizado en una Europa pacifica, unida, dinámica; una Europa consciente de que los elementos que la unen son infinitamente más fuertes de los que la han dividido o la pueden dividir; una Europa que, gracias a la cultura de la paz y de la laboriosa convivencia civil, ha conseguido prosperar como ninguna otra región en el mundo. Y también, esta misma Europa ha visto a los Países de los Balcanes, parte integrante de la propia historia y de la propia identidad, convertirse otra vez en teatro hace pocos años de conflictos sanguinosos, que han lacerado Estados, comunidades, familias, en una sombría vuelta al horror del pasado.
Sea por tanto esta la admonición del Día del Recuerdo: si las razones de la unidad no prevalecen sobre aquellas de la discordia, si el diálogo no prevalece sobre el prejuicio, nada de lo que hemos construido fatigosamente puede ser considerado conquistado para siempre. Y a sufrir el ultraje sería en primer lugar la memoria de las víctimas de las tragedias que recordamos hoy y cuyo sacrificio se revelaría vano. Demostramos por tanto con los hechos que aquellos Italianos que hoy honoramos no están olvidados, y que el dolor de tantos no ha sido desperdiciado; demostramos haber aprendido todos la lección de la historia, y de querer contribuir al desarrollo de relaciones de plena comprensión recíproca y fecunda colaboración con países y pueblos que han alcanzado o intentan  alcanzar la grande familia de la Unión Europea.
El Presidente de la República
Giorgio Napolitano

 

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