El sacerdote fue asesinado “por odio a la fe” en 1946
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 13 julio 2008 (ZENIT.org).- Con un decreto
firmado el 3 de julio por Benedicto XVI, la Iglesia de Roma ha reconocido el
"martirio por odio a la fe" de Francesco Bonifacio, un sacerdote de Istria,
Italia, quien se había convertido en consuelo para las víctimas de la
limpieza étnica aplicada por el mariscal yugoslavo Tito, tras la segunda
guerra mundial.
Pronto será inscrito en el libro de los beatos este sacerdote asesinado en
1946 a los 34 años, cuya causa de beatificación fue iniciada en 1957 por el
entonces arzobispo de Trieste, monseñor Antonio Santin.
De 1943 a 1945, las tropas yugoslavas de Tito, en colaboración con los
comunistas italianos, realizaron una obra de verdadera limpieza étnica con
acciones de inaudita ferocidad. Miles de personas fueron ajusticiadas y
arrojadas a las llamadas "foibas", las cavidades cársticas con una
profundidad de hasta 200 metros. Los historiadores hablan de cuatro mil
personas, pero los supervivientes indican un número muy superior, hasta
veinte mil.
En aquella época, 350.000 italianos abandonaron Istria, Fiume y Dalmacia.
Familias enteras italianas fueron masacradas. Muchos eran atados con
alambres de espino a los cadáveres y arrojados vivos a los precipicios.
Fueron al menos 50 los sacerdotes asesinados por las tropas comunistas de
Tito.
Sólo en la "foiba" de Basovizza, a pocos kilómetros de Trieste, una de las
pocas que quedaron en territorio italiano, se han encontrado cuatrocientos
metros cúbicos de cadáveres.
Durante decenios, esta barbarie se mantuvo cubierta por el silencio,
mientras que en los años noventa aumentó la atención sobre el tema hasta que
el Parlamento italiano, con una ley de 2004, instituyó el "Día del
Recuerdo", para conservar la memoria de la tragedia de las "foibe".
En ese clima de terror civil llevado adelante a menudo con el instrumento de
la persecución religiosa, el padre Bonifacio llevaba consuelo a la gente de
las colinas entre Buie y Grisignana, en Croacia, y reunía a los jóvenes,
dando vida a una Acción Católica local.
Nacido en Pirano, Istria, en 1912, de una familia humilde y profundamente
cristiana, y segundo de siete hijos, Francesco recibió la ordenación
sacerdotal el 27 de diciembre de 1936, en la catedral de San Justo en
Trieste.
Tras un primer encargo en Cittanova, asumió la responsabilidad de la
parroquia de Villa Gardosi, que atendía a diversas aldeas esparcidas por la
zona de Buie, sin electricidad. Don Francesco se hizo amar enseguida,
promoviendo numerosas actividades, visitando a las familias, a los enfermos,
y donando lo poco que tenía a los pobres.
Su empeño lo convirtió en un sacerdote demasiado incómodo para la propaganda
antirreligiosa de la Yugoslavia de entonces, pero a pesar de las
intimidaciones prosiguió hasta el final por su camino.
La tarde del 11 de septiembre de 1946 don Francesco estaba regresando a su
casa desde Grisignana. Fue detenido por dos hombres de la guardia popular.
Quien los vio, contó que desaparecieron en el bosque.
Su hermano, que lo buscó inmediatamente, fue encarcelado con la acusación de
contar falsedades. El asunto no se conoció durante años, hasta que un
director teatral logró contactar a uno de los guardias populares que habían
detenido a don Bonifacio.
Éste contó que el sacerdote fue metido en un coche, desnudado, golpeado con
una piedra en la cara y rematado con dos cuchilladas antes de ser arrojado
en una "foiba". Desde entonces sus restos no han sido encontrados.